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En todas partes del mundo en donde se presenta la aparición de grupos humanos que con el tiempo se convierten en culturas, se observa un fenómeno singular: darle explicación al origen de su mundo. Cada cultura tiene su propia concepción del principio de los tiempos, algunos grupos muy similares a otros e incluso en una cultura, más de una explicación cayendo en aparentes contradicciones por momento para más adelante integrarlos a una concepción rica en historias pero también en símbolos y significados plasmados de manera intrínseca en los contextos, personajes y visiones de los diferentes mitos.

 

Hablar de la cosmovisión de la cultura mexica (también conocida como “tenochcas” por el fundador de Tenochtitlán, un sacerdote líder de éste grupo o “aztecas”) es hablar de una gran variedad que es el resultado de la mezcla de creencias e historias del mosaico social que formó este grupo. Su lengua característica, el náhuatl,  ya nos proporciona una ventana para observar y entender los movimientos constantes  en el contenido social de un grupo a otro, ya que es común que  las reglas y palabras que se usan en una zona no sean iguales a otra aún y cuando la distancia geográfica no sea más que algunas decenas de kilómetros.

 

 

Para saber quiénes somos  es importante saber de dónde venimos y es aquí en donde está el punto neurálgico que nos servirá para dar inicio y así conocer y analizar un mito que es uno de los más hermosos y crueles que tiene ésta cultura  y que será la materia de estudio posterior en este escrito, localizando la simbología y el significado de los elementos que componen esta historia que fue pasada de boca en boca y de generación en generación  hasta encontrarla escrita en el Códice Florentino, haciendo posible que en este tiempo podamos disfrutarla y aprender de ella.

 

Al resumir el mito se hará mención cuando la historia tenga alguna variante pero, como ya se mencionó anteriormente, esto se debe a la variación de la cultura oral de cada región y a que se piensa que no existían manuscritos en el origen de esta historia, por lo que sufrió algunos cambios pero la esencia permanece intacta. El origen inexacto y variable de este mito obedece al reflejo mismo de los mexicas: ni ellos mismos sabían con exactitud de donde era originario su pueblo, situando alguno autores a Aztlán (la tierra de dónde venían) en las costas de la actual Nayarit y otros sitúan este lugar mítico con los wupi en el sur de los E.E U.U.

 

Referente

 

Tradicionalmente llamados aztecas, los mexicas son un pueblo de filiación nahua, que en un momento de la historia llegó a constituir el núcleo del imperio más extenso de Mesoamérica. La lengua que hablaban se llama náhuatl y su nombre traducido al español es “sonido claro o agradable” o “lengua agradable”. Se tiene conocimiento de su existencia al menos desde el siglo VII, pero su difusión se extendió luego cuando a partir del siglo X comenzó a expandirse la cultura tolteca, imponiéndose por sobre otras lenguas mesoamericanas hasta convertirse en lengua más hablada en la región, sobre todo en los territorios conquistados por el imperio mexica o azteca.

 

El origen de este grupo habría estado en un lugar llamado Aztatlan o Aztlán, palabra que significa “lugar de las garzas”, de allí su denominación de aztatecas o aztecas, o como ellos mismos se denominaban culhuas-mexicas (tenochcas).

Aztatlan, según se cree, era una isla situada en la laguna de Mexcaltitlan, en la costa de Nayarit, y habrían salido hacia el año 890 para atravesar las regiones del norte de Jalisco y luego, siguiendo el curso del río Lerma, partes de Guanajuato y Michoacán (el itinerario es incierto).

 

Tuvieron caudillos-sacerdotes hasta Ténoch, el último, quien auspició la fundación de Tenochtitlan y quién le dio su nombre; aunque también recibió el nombre de México, en honor a Huitzillopochtli o también conocido como Mexitlí. Según cuenta la historia los mexica vieron en su nuevo emplazamiento la señal de Huitzillopochtli: el águila devorando una serpiente sobre un nopal y ahí mismo comenzaron a edificar Tenochtitlan en 1345. Doce años después otro grupo mexica se estableció en un islote contiguo, fundando Tlatelolco en 1357. Tenochcas y tlatelolcas quedaron sometidos al señor de Azcapotzalco, pagando en los primeros años tributos muy elevados.

Para los aztecas el mundo comenzó por el sacrificio voluntario del dios Nanahuatzin, quién se arrojó a una hoguera. Desde este comienzo desarrollaron una visión trágica del universo que los llevó a los ritos violentos y a los sacrificios sangrientos. Ellos veían 5 orígenes o “soles”:

Primera edad o Naui Ocelot: Precedido por Tezcatlipoca, fue tiempo de gigantes que terminaron devorados por jaguares. Esta etapa duró 676 años y durante ella el sol solo alcanzó la mitad de su brillo.

Segunda edad o Naui Ehecatl: Tiempo precedido por Quetzalcóatl en el que mundo estaba habitado por humanos convertidos en monos para sobrevivir al viento ocasionado por los huracanes que destruyeron el mundo. Esta edad duró 364 años y durante este tiempo también fue destruido el sol.

Tercera edad o Naui Quihuitl: Fue precedida por Tlaloc, durante su duración el mundo estuvo habitado por seres humanos que se alimentaban de semillas acuáticas y que fueron convertidos en perros, pavos, pájaros y mariposas, destruidos luego por lluvias de fuego. Esta edad duró 312 años.

La cuarta edad o Naui Atl: Precedida por Chalchiuhtlicue, los Humanos se alimentaban de Semillas Salvajes y fueron trasformados en Peces; esta edad fue destruida por grandes Inundaciones y el Cielo se despedazo. Esta edad duró 676 Años.

 

Como se observa en el “Análisis estructural del Mito de la creación del Sol y de la Luna en la variante del Códice Florentino” se rescata: “En el ámbito náhuatl precolombino existen muchas variantes de la creación del universo y más específicamente del microcosmos que constituye una colectividad humana organizada. Entre estas variantes y para lo que concierne a los mexicas, destaca la gesta de Huitzilopochtli, trama no sólo verbal, sino también dancística, iconográfica, y monumental urdida por la colectividad náhuatl en un pasado indeterminado y que justifica su presencia en el mundo mesoamericano.” (Johansson, 1994), en cuyas líneas se justifica le heterogeneidad de las formas del mito dejando el contenido casi intacto y que a continuación se resume.

 

Resumen.

 

Coatlícue o Tonatzin es la diosa que los mexicas relacionaban con la tierra, que es en donde se encuentra la vida y la muerte para las culturas agrícolas (dualidad tierra-muerte). Antes de la creación del mundo, Coatlícue habitaba en la ciudad de Teotihucán, en esta ciudad cada dios realizaba trabajos específicos y ella había sido seleccionada para dar vida y llenar el cielo de estrellas. Coatlícue, al ser muy bella, había conquistado a muchos dioses pero decidió casarse con Mixcóatl, uno de los hijos del señor de la creación. En poco tiempo tienen 400 hijos que son las estrellas que brillan en el firmamento. Ella es una madre abnegada ocupada en atender a sus hijos y a su esposo, con el cual se retira a la ciudad de Teotihuacán una vez que ha cumplido con el encargo de poblar el cielo de estrellas. Un día sale a cazar Mixcóatl, Coatlícue tiene sospechas de que su esposo la engaña ya que le han llegado rumores que aparte de ser un conquistador en batallas, también lo es con las mujeres que encuentra así que sigue a su esposo en secreto. Mixcóatl se encuentra con Chimalma desnuda, una bella mujer con la cual tiene relaciones sexuales, Coatlícue los descubre y en ese momento, furiosa y herida, se lanza contra ellos y mata a Mixcóatl logrando Chimalma salir corriendo y así salvar su vida. Al matar a su esposo pasa de ser una hermosa mujer a un ser con las extremidades hechas sólo de sangre, falda de serpientes y partes de cuerpos y cráneos como vestimenta. De acuerdo a la tradición mediría entre 3 y 4 metros y es aquí en dónde se presentan algunos cambios en la estructura del relato. Se dice que después del dolor que vivió al ser traicionada por su amado esposo, la diosa madre se fue al templo en “Coatépetl” (montaña de la serpiente), el cual algunas personas lo ubican en Tula o muy cerca de ahí, algunos otros lo mencionan en Aztlán y algunos estudiosos refieren el término Coatépetl a cualquier pirámide, en lo que concuerdan es que en ese cerro había un cuerpo de agua y un templo en donde la diosa cumplía su penitencia barriendo todos los días con una escoba hecha de madera de abeto.

 

Un día, mientras la diosa barría, del cielo venía bajando una pluma en forma de esfera de un colibrí que había entrado al templo (algunos dicen que fueron más de una), Coatlícue la cogió y se la puso en el vientre mientras acababa de barrer, al terminar buscó la pluma pero no la encontró, se había unido a ella preñándola en el acto. La primogénita de Coatlícue y Mixcóatl se llamaba Coyolxauhqui y era la líder de los 400 hermanos sureños. Coyolxauhqui se había enterado del embarazo de su madre y monto en cólera por la deshonra que traía el embarazo de su madre a la familia y cuyo escrito en el códice florentino se lee: “Hermanos, ella nos ha

400 o Centzonhuiznahuas en náhuatl es una palabra para referirse a “muchos”, “bastantes”.

Diosa de la luna, la más fuerte y brillante de los cuerpos celestes.

deshonrado, hemos de matar a nuestra madre, la perversa que se encuentra ya encinta. ¿Quién le hizo lo que lleva en el seno?”, por lo que juntó a sus hermanos para matar a la diosa madre y a su hijo justo cuando naciera éste ya que consideraba a su madre una mujer adúltera ya que no habían creído el relato del embarazo milagroso.

 

Coatlícue pasa de la felicidad por su embarazo a la tristeza y luego el miedo por saber que los 400 del sur y  Coyolxauhqui la asesinarían junto a su hijo ya que uno de sus hijos llamado Cuahuitlicac había ido con su madre a contarle el plan para acabar con ella. Aquí sucede el segundo milagro, Coatlícue está devastada porque se siente desprotegida y en ese momento su hijo le habla desde el vientre y la consuela diciéndole que no tiene que preocuparse por nada, que él se va a hacer cargo de todo.

 

Cuando se va acercando Coyolxauhqui y sus hermanos, Coatlícue está en labor de parto y cuando llegan a la falda del cerro, nace Huitzilopochtli en el cuerpo de un hombre adulto e inmediatamente se viste con la indumentaria de un guerrero y empuña la Xiuhcoatl[2] y empieza a matar a sus hermanos. A su hermana mayor la descuartiza y de ese modo salva a su madre de una muerte segura.

 

Análisis del mito

 

El relato comienza ubicando a Coatlícue como esa diosa bella, sumisa y consciente de su labor: llenar el cielo de estrella. En ésta parte podemos observar el referente arquetípico de la madre universal, la tierra fértil que debe generar vida. Por otra parte Mixcóatl es la encarnación del conquistador en todos los sentidos, es un guerrero magnífico y un seguidor de la belleza femenina. Coatlícue está inmensamente enamorada de su esposo y Mixcóatl también la ama pero surge un pequeño atisbo del arquetipo del embaucador (trikster) en la persona de Chimalma. Aquí vemos como Coatlícue quiere matar a ambos al descubrir el engaño de su esposo pero Chimalma logra escapar (la mujer provoca el dolor de la mujer) mientras que Mixcóatl muere a manos de su bella esposa. Después de matar a su esposo, Coatlícue se transforma en un ser terrorífico, la mujer bella y amable se convierte en un ser de entre 3 y 4 metros con una falda hecha de serpientes y los miembros superiores e inferiores fabricados únicamente de sangre, aquí se puede observar una metamorfosis, la otrora mujer confiada y enamorada ha cruzado el umbral del que nos habla Jung en su exposición del “camino del héroe” y ahora está envuelta en dolor por 2 cosas: la traición de su esposo y la muerte del mismo provocada por ella. La culpa se hace presente en la madre  universal asesinando a su “Ánimus” y perdiendo su equilibrio físico y psíquico. El mito cuenta que va al Coatépetl y las variaciones de la tradición oral contrastan con lo descrito en el códice florentino, ya que en unos relatos el cerro está en una isla (probablemente en Aztlán), otros dicen que es muy cerca de Tollán y algunos dicen que está en Teotihuacán pero lo que nos importa es que en todos se habla de que está a la orilla de un cuerpo de agua, podemos ver la simbología en el agua como parte del enfoque femenino (las aguas del origen “intrauterino”) y la montaña con esa representación fálica, binomio representativo de la nación indígena náhuatl, y en cuya punta se encuentra un templo en el cual Coatlícue se exilia de manera voluntaria para expiar sus pecados barriendo todos los días con una escoba hecha de abeto. Aquí, de acuerdo con la cultura mexica, el material de la escoba es importante ya que ese material se usaba en ceremonias como catalizador para alcanzar el perdón por los errores cometidos (haciendo referencia a la mujer con escoba de manera similar a la “mujer fálica”, haciéndonos ver esta recurrente muestra arquetípica), ya que el acto de barrer es similar a limpiar la tierra antes de la siembra; es Quetzalcóatl, el dios del viento, soplando antes de la lluvia fecunda, además de que barrer es un acto que conecta el cielo con la tierra, el viento con la lluvia. Ahora Coatlícue está dedicada al servicio de los dioses y debe renunciar a cualquier acto de índole sexual, podemos ver el control social ante una mujer poderosa para reprimir los impulsos sexuales, si una mujer comete una falta en contra de su marido debe ser castigada con la represión de su máxima fuerza: el sexo. En este momento del mito podemos ver algo similar a lo descrito por Campbell en el mito del origen del mundo de la tribu Wahungwe Makoni de la Rodesia del sur en la que el primer hombre y la primera mujer tienen una participación y características de meta humanos dándole origen a todo lo que conocemos, ya después toman un rol más parecido a los humanos normales, incluso son muertos por sus hijos. La similitud entre los Wahungwe Makoni y los aztecas en su configuración del inconsciente colectivo al darle esa participación secundaria a la madre universal, ahora en el pecado se le despoja de ese poder magnífico de cubrir el cielo con la luna y las estrellas que ella misma parió dejándola como un ser atormentado y su existencia es resumida a expiar sus culpas en un templo solitario, la mujer que atenta en contra de su esposo pierde cualquier divinidad y debe ser exiliada para beneficio de todos.

 

Cuando barre y del cielo cae una bola de plumas se puede interpretar nuevamente esa unión del cielo (masculino) con la tierra (femenino), y al quedar embarazada podemos ver el arquetipo de la virgen y el niño. Aunque es cierto que Coatlícue no era virgen en el estricto sentido de la palabra, si observamos la “concepción virginal” (en la anunciación a la virgen María el mensajero hace énfasis que su embarazo será algo de Dios, algo milagroso que llevará a cabo el espíritu santo, que en este escrito se observa al mismo nivel que las plumas de colibrí que bajan de forma milagrosa del cielo), ya que sin acto sexual, ella queda preñada de forma milagrosa de un niño que será el dios más importante de los aztecas y en cuyo nombre dirigirán una gran cantidad de ritos, guerras y conquistas (similitud importante con la conducta de la iglesia católica a través de los siglos).

 

Los hijos al saber de ese embarazo se sienten ofendidos ya que no creen esa historia del milagro y la manera de lavar el honor perdido es matando a la madre pecadora; la líder de llevar a cabo la acción es Coyolxauhqui y la constante se repite, la generadora del dolor de la mujer es la mujer misma (primero Coatlícue a ella misma, más tarde Chimalma, luego Coyolxauhqui). La madre está ahora sola y su vida está en riesgo pero de su vientre surge la voz de su hijo para calmarla diciéndole que él se encargará de todo y que ella no tiene de que preocuparse. La madre se sustenta en el hijo ante la ausencia del padre (situación muy común en las familias mexicanas) y pasa a ser un personaje endeble y asustadizo que basa toda su existencia en el nacimiento y en el cumplimiento de la promesa de su hijo nonato. Las madres ven en sus hijos su salvación y en este mito queda plasmado el origen de la castración emocional, “si no puedo tener a un hombre fiel, amoroso, recíproco, que me cuide y proteja, haré de mi hijo ese hombre que nunca me deje”. De manera cultural las madres mexicanas se enfocan más en sus hijos que en ellas mismas y en su pareja, el inconsciente como lenguaje nos ofrenda este regalo, el miedo de las madres a ser abandonadas por hombres infieles y crueles las orilla a criar hijos inútiles y temerosos de la “mujeres malas” para que ellos siempre regresen al hogar y así no las dejen del todo y las defiendan ante todo y todos (la peor ofensa proferida a un mexicano es una mentada de madre).

La “mujer mala” la vemos en la figura de Coyolxauhqui (en el camino del héroe lo vemos en la figura del tirano) que es la primogénita de Coatlícue y es en donde vemos la lucha entre lo viejo y lo nuevo, la búsqueda de poder entre la mujer vieja y la nueva y en cuyo caso la batalla de Coatlícue es librada por Huitzilopochtli, el cual mata a los hermanos y descuartiza a su hermana siendo él el responsable de la seguridad y de la vida de su madre sin importarle cualquier otra cosa. Huitzilopochtli nace ya como un hombre adulto y es aquí en donde podemos ver la relación del mito con el reflejo edípico de la cultura actual, no importa si el hijo se pelea con las hermanas o esposas, la madre es primero. Huitzilopochtli mata a sus hermanos y hermana con la Xiuhcoatl que es un arma de forma fálica en la que podemos ver el poder obsequiado desde el nacimiento al hombre-dios que acaba de nacer y con el que nadie es capaz de enfrentarle. La madre pasa de ser la diosa del génesis a la mujer que debe ser protegida por su hijo y el hijo es sometido a ser el protector desde el momento que nace y obligado a crecer rápidamente para cumplir con la promesa que desde el vientre lleva de forma implícita para convertirse en el dios protector de toda una cultura merecedor de culto y admiración.

kimilui nokichtiuan techauilkixtia san tikmiktia in tonan, in tlauelilok in ye otstli: ak okichiuili in itik ka.

Arma mítica similar al rayo de Zeus en la mitología griega

La simbología de las pirámides hacen alusión a esta alegoría de los cerros fálicos sagrados y en cuyas puntas existen templos o tlachpanallis dedicados a Huitzilopochtli.

En principio, Freud lo trae desde lo simbólico, en relación a las bacanales y a las fiestas dionisiacas, y todo lo que de potencia y generación infunde. Luego, y en el reconocimiento de que sus funciones exceden por mucho las biológicas, este término acaba confundiéndose en una condensación con el fetiche, entendido éste también psicoanalíticamente.

Ella es quien elige a ese hombre dentro de todas las posibilidades que tenía para escoger a cualquier otro, en la sociedad mexicana lo vemos reflejado en la frase: “es la cruz que te tocó cargar, nadie te obligó a escoger a ese hombre y ahora te aguantas hasta que la muerte los separe”, y como vemos Coatlícue logro que la muerte los separara pero a un precio muy elevado.

Al escribir estas líneas mi mente se ubica en la nueva tribu urbana denominadas “las buchonas”, mujeres que presumen de las bendiciones que significan sus hijos y sin embargo los dejan con las abuelas para salir a beber y hacer uso de su cuerpo en los placeres sexuales como mujeres fuertes que son. “Las buchonas” ven la misma bendición en sus hijos pero con un doble discurso del que casi puedo asegurar que la mayoría no está consciente pero ese sería el tema de un análisis posterior.

 

Lista de referencias

  • Johansson, P. (1999). “Estudio comparativo de la gestación y del nacimiento de Huitzilopochtli en un relato verbal, una variante pictográfica y un ‘texto’ arquitectónico”, México, D.F. Estudios de Cultura Náhuatl, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas.
  • Campbell, J. (1972). El héroe de los mil rostros. D.F. México. Fondo de cultura económica
  • León, M. (2016). El nacimiento de Huitzilopochtli. México, D.F. Mexica [en línea]. [Fecha de consulta: 7 de noviembre del 2010]. Recuperado de http://mexica.ohui.net

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